05 diciembre, 2013

El origen psicosomático de las dolencias

LAS CAUSAS DE UNA ENFERMEDAD PUEDEN SER MISTERIOSAS Y GENERALMENTE ESTAR RELACIONADAS A PROCESOS PSICOSOMÁTICOS. ¿CÓMO ES QUE LA MENTE PUEDE PROPICIAR ENFERMEDADES Y TAMBIÉN SANARLAS?
POR: ALEJANDRO DE POURTALES -
“¿Y acaso no es más grande aquel que cura el alma, que es más que el cuerpo?”
-Paracelso.
“Existen enfermos, no enfermedades”, dice la frase popular como un recurso para abordar una cualidad propia de las enfermedades; específicamente, que por los mismos métodos y con los mismos medicamentos no se obtienen siempre los mismos resultados. 
La medicina en su práctica cotidiana no es una ciencia exacta —o al menos aún no logra descifrar del todo los secretos del cuerpo humano para poder predecir con exactitud la respuesta a un tratamiento en todas sus aristas (esto es tomando en cuenta efectos colaterales y bajo una perspectiva holística). Uno de los aspectos más elusivos que se presenta en el estudio del cuerpo humano y su homeostasis tiene que ver con factores de acción psicosomática o psicobiológica, muchas veces responsables de que una persona no sane pese a que se le ha aplicado un método teóricamente funcional y responsables también de la cronicidad de ciertas enfermedades que llegan a ser “incurables”. 
Podemos decir que cada enfermo, cada cuerpo es un universo, pero sobre todo porque cada mente es un universo —de aquí el factor particular e impredecible que genera ruido en la medicina.
Hay una tendencia cada vez más marcada en la ciencia moderna a aceptar que las enfermedades son padecimientos integrales que deben también tomar en cuenta, entre sus causas, la intercomunicación del sistema mente-cuerpo.
La forma principal en la que la medicina ha incorporado este factor “mental” tiene que ver con el estrés. El psicólogo Walter Cannon acuñó el término en su acepción moderna para referirse a aquello que perturba el estado de equilibrio del organismo o homeostasis —término que también acuñó siguiendo el concepto de milieu intérieur de Claude Bernard, bajo la hipótesis de que existe una especie de estado de equilibrio o unidad interior que podríamos llamar salud (en inglés la palabra “health” (salud) se deriva de la raíz anglosajona “hal”, la misma de la que proceden  “whole” (entero), “holy” (sagrado) y “heal” (sanar)).
Hans Seyle fue la primera persona en reconocer la existencia del estrés biológico con sus efectos nocivos. Seyle entendió el estrés como la respuesta de un organismo que intenta adaptarse a un agente externo que perturba su equilibrio.  En un experimento con ratones notó que al inyectarles extractos de varios órganos éstos generaban una sustancia glandular. Seyle creía que había descubierto una nueva hormona, pero luego observó que no obstante el tipo de sustancia irritante  que les inyectaba se producían los mismos síntomas –mismos que había identificado  en personas con diferentes enfermedades. El trabajo de Seyle culminó en lo que llamó el “Síndrome de Adaptación General”, una término universal para las enfermedades y “una teoría de cómo el estrés mental o físico es transducido [convertido] en ‘problemas psicosomáticos” por las hormonas del “eje hipotálamo-pituitaria-adrenal’ del sistema endócrino.
La liberación de glucocorticoides (como el cortisol) y neurotransmisores vinculados al estrés (como la noradrenalina) biológicamente tiene la función de protegernos al implementar una respuesta de huida o lucha (“fight of flight”), la cual es muy útil , al generar químicos que nos permiten reaccionar con velocidad, cuando estamos en una situación de peligro. Este instinto es parte de una herencia biológica que actualmente quizás nos es un poco contraproducente –al no enfrentar comúnmente tigres dientes-de-sable o mamúts que atenten con nuestras vidas en las calles. El problema yace en que liberar estos químicos coloca a nuestro cuerpo en un estado de extrema (aunque ágil) tensión –fuerza la máquina, por decirlo de manera coloquial– lo cual si se repite mucho tiene varios efectos colaterales, el más obvio: la fatiga.
¿Si no enfrentamos cotidianamente peligros de vida o muerte, por qué producimos estas descargas hormonales in extremis? Principalmente porque nuestra mente de cualquier forma encuentra estos peligros, o sus sucedáneos más civilizados y abstractos, en el mundo que la rodea. Uno podría decir que la mente se inventa predadores fantasmas –a diferencia de los sobresaltos de la selva que en su intensidad tenían un pronto desenlace, los predadores modernos son generalmente lentos y obsesos roedores psíquicos que no acaban de amenazar y que van horadando nuestra constitución.
Este es el caso del estrés crónico en la modernidad. En el caso del trauma –que podríamos llamar improntas de estrés agudo– podemos pensar, ahí sí, en encuentros con paralizantes predadores que de un sólo golpe marcan nuestra psicobiología y desatan una constante respuesta, aunque ya ralentizada, de químicos defensivos o estresantes –esos predadores paralizantes, paradójicamente, muchas veces son nuestros padres o personas cercanas.
Lo anterior revela que lo único que necesita la mente, en su interacción con el medio ambiente, para desencadenar toda la secuela del estrés es información –información que la perturba, la inquieta o la excita. Esta información –que la mente reconstruye al percibir– es traducida en energíao en bloqueos de energía– en el cuerpo, a través de las señales que emite el cerebro.
Hoy sabemos que numerosas enfermedades y padecimientos están directamente relacionados con el estrés: la úlcera, los problemas del corazón, depresión migrañas, gripes y problemas respiratorios, estreñimiento y otros problemas digestivos. Pero es posible que la mayoría de las enfermedades estén en alguna medida relacionadas con el estrés o factores psicosomáticos. 
El estrés debilita el sistema inmunológico al secretar químicos como el cortisol —con el propósito de redistribuir la energía del cuerpo a órganos que en una situación crítica requieren mayores recursos, como el cerebro y el corazón, se suprime el sistema inmunológico. Cuando esto se repite mucho el cuerpo se vuelve vulnerable a todo tipo de ataques inmunológicos. El estrés también inhibe la producción de citocinas, las proteínas encargadas de la comunicación intercelular y de regular los mecanismos de inflamación: es por eso que el estrés retarda la sanación de las heridas (un estudio mostró que personas que reportaban tener problemas con su pareja tuvieron mayor propensión a enfermarse y tardaron más en sanar heridas físicas). 
En cierta forma podemos concluir que el estrés, que en la actualidad se genera principalmente debido a la forma en la que la mente evalúa la realidad que lo rodea (un juicio que angustia o una incapacidad de relajarse, de no reaccionar y aceptar los estímulos y la información del medio ambiente sin defenderse) es el factor central en provocar una corto circuito entre las respuestas homeostáticas naturales del cuerpo, interrumpiendo la fluidez de la comunicación celular y los mecanismos de autosanación (o autorregulación). 
Ahora indaguemos más sobre por qué nuestro entorno, que ha sido sanitizado por la ciencia y acomodado por la tecnología, de cualquier forma nos genera cantidades exorbitantes de estrés.
 ¿La infancia es destino? Trauma, abuso y determinismo psicológico
Una lectura somera del trabajo de Sigmund Freud nos remite a la creencia extendida de que lo que nos sucede en la infancia de alguna manera marca —hasta indeleblemente— el desarrollo de nuestra vida, como si en ese campo tierno que es la infancia las heridas se grabaran con más fuerza. 
Esto nos lleva a reflexionar sobre el “determinismo”, el libre albedrío y la capacidad de liberarnos de las taras de nuestra psique profunda (hereditarias o infantiles). Evidentemente este es un tema que no puede abordarse en un par de párrafos. Aquí nos concentraremos en la relación que tienen los acontecimientos psíquicos, principalmente los de la infancia, con el desarrollo de enfermedades y en si existe la posibilidad de modificar el curso determinista de los mismos. (sin duda existe)
Que lo que nos ocurre en la infancia afecta profundamente nuestra vida resulta intuitivo, casi como una cadena de causa y efecto, pero hasta hace poco no había sido comprobado. 
Un estudio realizado por la Escuela Politécnica Federal de Lausanne mostró que el abuso físico y psicológico, y el abandono o la muerte de un ser querido tienen una correlación con los niveles de estrés en la adultez. 
Este es básicamente el mecanismo operativo del traumaLa investigadora Carmen Sandi dijo al sitio La Tercera que los resultados de su estudio “demuestran que la exposición al estrés durante los primeros años de vida conduce a un aumento de los comportamientos agresivos y también a alteraciones en la actividad cerebral”. Sandi, sin embargo, considera que, pese a esta predisposición neurológica, es posible reprogramar “los comportamientos y las funciones cerebrales que fueron dañadas por la exposición temprana al trauma”.
El estudio muestra que existe una programación epigenética, un factor ambiental —en este caso un estrés agudo—, que es capaz de programar el cerebro para predisponer conductas y afectar la expresión de ciertos genes (en un artículo previo vimos lo que es el campo epigenético: el cual modula la expresión de algunos de nuestros genes en su interacción con el medio ambiente, nuestros hábitos, alimentos y posiblemente incluso nuestras emociones).
El eminente médico Franz Alexander, padre de le medicina psicosomática y de la criminología psiconanalítica, encontró un interesante patrón entre los niños que contraían hipertiroidismo. Aquellos que manifestaron esta enfermedad hormonal mostraron la tendencia de identificarse con un padre, generalmente la madre, debido al abuso o al rechazo del otro.
 “Estos pacientes no pueden superar su ansiedad recurriendo a sus padres por ayuda. Sus necesidades dependientes son constantemente frustradas debido a sus circunstancias o por las actitudes parentales, por la pérdida o por el rechazo, así como por conflictos más complejos que involucran culpa”. Esto generalmente provoca una identificación con alguno de los padres y posiblemente una alianza a través de la enfermedad. 
La enfermedad  puede ser vista no sólo como una forma de llamar la atención, es también una búsqueda del amor carente, y en ocasiones una forma de solidarizar con la enfermedad o muerte de uno de los padres. En su misterio, que a veces parece operar como una fuerza antagonista destructiva, el inconsciente llega a hacernos enfermar, paradójicamente, en un pulsión cuyo motivo es el amor.
art-dep¿Cuál es el origen o la causa primera de una enfermedad? Esta es una pregunta que nos deja perplejos ante una serie casi infinita de instantes concatenados con sus respectivas respuestas psíquicas.
¿Fue aquel día remoto que vimos a nuestros padres pelear? ¿Fue la angustia que sentimos al no sentir, por predisposición neurológica o azar, el amor de nuestra madre al salir del vientre? ¿Fue el abuso físico o psicológico que sufrimos de parte de uno de nuestros tíos, primos o padres? ¿O quizás algo menos explícito y más enigmático, simplemente una temprana interacción con el medio ambiente que no pudo ser encauzada, y que generó una serie de secuelas, hasta la cronicidad? Y, por supuesto, ¿posibelmente fue el determinismo de una cadena genética, que por generaciones no ha logrado sanar una cuita, un malfuncionamiento, pero que quizás nosotros podríamos sanar, y modificar su expresión por medios epigenéticos?
Hallamos aquí una fuente quizás más remota en la cual el karma, la reencarnación y la posible existencia de un espíritu que amalgama la multiplicidad de nuestra existencia se entroncan con la genética.
 ¿Es posible que nuestras enfermedades vayan más allá de nuestro cuerpo actual y se remonten a una especie de nudo psíquico? 
Sinceramente esto supera mi entendimiento y lo refiero aquí solamente porque me parece una posibilidad, entre otras.
SANACIÓN: Relajación, autosanación 
“Toda enfermedad es el resultado de vida psíquica inhibida… El arte del sanador consiste en desatar el alma, para que pueda fluir a través del agregado de organismos que constituyen cada forma particular. La sanación verdadera ocurre cuando la vida del alma puede fluir sin impedimento ni represión a través de todos los aspectos de la forma”
Djwahl Kul.
Hasta ahora hemos esbozado una teoría de cómo la mente, en su interacción con el medio ambiente, puede generar un proceso de enfermedad, ligado fundamentalmente a la detonación de mecanismos de defensa químicos que, de manera crónica o aguda, llegan a convertirse en agentes tóxicos para el funcionamiento de un organismo. Ahora veamos como la misma mente —o el software de la biocomputadora humana— también es capaz de desencadenar un proceso de sanación.
Los mecanismos por los cuales se produce la sanación psicosomática son menos conocidos que los mecanismos por los que se produce la enfermedad psicosomática. 
Fundamentalmente se sabe que aquellos factores que inhiben la hormonas relacionadas con el estrés, generando estados de relajación, son los responsables de propiciar estados benéficos para la salud. (Como sucede con Reiki)
La relajación puede ser entendida entonces como el opuesto psicosomático del estrés, pero su definición está dada justamente en relación al estrés y no tanto por sí misma. Los beneficios de prácticas como la meditación, el Reiki, el yoga u otras disciplinas, tienen que ver fundamentalmente con promover la relajación y reducir el estrés.
El campo de la sanación psicosomática y de la psiconeuroinmunología apenas está siendo explorado y podría ser el futuro de la medicina. Una medicina holística y multidimensional que reconozca el poder de la mente.  Estaremos más cerca entonces de hackear el sistema operativo de nuestra mente inconsciente y de instalar al espíritu en la cabina de piloto con plena facultad ejecutiva"
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 Cada vez más científicos van corroborando lo que la medicina (mal llamada alternativa) nos propone: una sanación holística = integral, es decir Cuerpo-alma.

No os quepa ninguna duda que Reiki, es una de esas herramientas que ayudan a la relajación y la paulatina sanación de diversas dolencias. Es la propia conciencia la que pone en marcha los mecanismos mentales para lograrlo.

Si la mente puede generar pensamientos nocivos, también los puede crear saludables.
De nosotros depende, suerte que Reiki nos ayuda a afrontar este proceso.

Buen fin de semana a tod@s

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2 comentarios:

  1. Podríamos añadir también unos hábitos más saludables que los que habitualmente tenemos, pero muchas veces nos dejamos llevar por los horarios, rutinas, . . . sin ser capaces de encontrar al menos una hora para salir a caminar y respirar aire limpio, que puede ser una buena forma de relajarse.
    Habrá que aprovechar el largo fin de semana. Que lo disfrutes

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    1. Por supuesto. Uno de los grandes males de nuestro "cuarto mundo" es el estrés que produce esta forma de vivir siempre con la insatisfacción en los talones.
      Todo ayuda, amiga mía, todo ayuda.
      Aprovechado ha sido.

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5 Principios Usui

Tan solo por hoy :

mantén tu mente en calma
ocúpate del presente
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se amable con todos los seres