Si echamos la mirada atrás, el 2020, año imprescindible para nuestra evolución, queda lejano, como un mal sueño, un trance traumático que nos dejó secuelas de pérdidas y aprendizajes.
Pero para mi, hay una aceleración muy marcada desde el viaje a Japón de 2018, un antes y un después, desde la perspectiva de hoy.
Japón significó el culmen de la búsqueda y aprendizaje de Reiki, lo que no significa que ya no tenga nada que aprender, sino que toca des-aprender bastantes aspectos que rozan, simplemente, la superficie de esta herramienta maravillosa.
Durante este tiempo de "desierto", he experimentado la franqueza y profundidad de los 5 principios, haciendome consciente de lo que NO es vivir en consonancia con mi esencia (alma, yo, conciencia, llámalo como prefieras) si no en consonancia con mi personalidad terrenal, intentando adaptarme a un medio que, si bien aporta grandes placeres y sensaciones apabullantes, también te aleja de la paz interna y la calma emocional, y si es así... Creo que hay que darle una vuelta.
Y está bien.
Estoy agradecida por este recorrido, por las experiencias tan explícitas y enriquecedoras porque, gracias a ellas, hoy soy más consciente de la diferencia entre el YO, el mi, el me y el conmigo. (Pero esto, ya os lo contaré otro día)